Soy Núria y tengo 22 años. Hace poco regresé a Alicante después de hacer un curso de inglés en Irlanda, “la isla esmeralda”. De entre las diversas ciudades en las que se puede estudiar inglés, me decidí finalmente por Dublín… una de las mejores elecciones de mi vida.
Recuerdo perfectamente mis primeras sensaciones al bajar del avión. Aun siendo verano, el cielo nublado y el aire fresco me dieron la bienvenida, pero no sabía que ese tiempo me iba a acompañar durante toda mi estancia en el país. Pude comprobar, tal y como dicen los propios irlandeses, que en tan solo unas horas se pueden suceder las cuatro estaciones del año, por lo que tienes que llevar el paraguas y/o chubasquero siempre (pero SIEMPRE) encima.
Me hospedaba en una bonita y acogedora casa con una familia que resultó ser muy amable y generosa, tanto conmigo como con mis otros dos “hermanos” estudiantes: un italiano y una suiza. El ambiente que creamos entre todos era muy bueno y, además, estábamos encantados con las deliciosas cenas y postres que nos preparaban cada día. Recuerdo que la primera tarde hicimos una pequeña excursión hasta lo alto de una colina cerca de donde vivíamos, desde donde pudimos contemplar un precioso y nublado atardecer sobre la bahía de Dublín.
La escuela en la que estudié está muy bien ubicada, en pleno centro de la ciudad, y a pocos metros del Trinity College. Los profesores fueron muy profesionales y cercanos con nosotros. Durante mi estancia pude conocer a mucha gente y hacer buenos amigos. Cada día parecía conocer a alguien nuevo de diferente nacionalidad. En total, conocí gente de Brasil, Italia, China, Japón, Suiza, Austria, Francia y Corea del Sur. Aún sigo en contacto con muchos de ellos y espero poder verlos cuando vuelva a Irlanda.
Lo que más me sorprendió fue que las clases eran muy dinámicas y amenas. Hacíamos muchas actividades para conversar entre nosotros, lo que nos ayudaba tanto a mejorar nuestro inglés hablado, como a conocernos un poco más. Aprendí muchísimo sobre los diferentes países de origen de mis compañeros, tanto en la historia y la cultura, como la gastronomía! El primer viernes, tras realizar el test semanal, hicimos un pícnic con comida típica de cada país. Todo ello también me sirvió para conocerme a mí misma y a no tener miedo a equivocarme al hablar en inglés.
Pero además de estudiar, también tuve tiempo de conocer Dublín. Su literatura, historia y música invaden cada rincón de la ciudad. Por las tardes, después de las clases, nos recorríamos calles, museos, iglesias y parques, para terminar, casi siempre, tomando una Guinness en cualquier pub.
Además del famoso Temple Bar, hay muchos otros bares/pubs en los que puedes disfrutar de muy buena música en directo y, tal vez, de menos turistas, como The Oliver St. John Gogarty, uno de mis favoritos. Lo único que hay que tener en cuenta es que muchos de estos pubs cierran pronto entre semana, por lo que es mejor ir a tomar algo al acabar las clases o después de las actividades programadas en la escuela.
Durante los fines de semana, aprovechábamos para visitar ciudades o pequeños pueblos que se encuentran alrededor de Dublín, y que están bien comunicados mediante el tren. Fue el caso de Malahide y Howth al norte de Dublín, o Sandycove y Bray hacia el sur, donde disfrutamos de un frío baño en el Mar de Irlanda, una sensación que no olvidaré nunca. También tuvimos la oportunidad de conocer el norte y el oeste del país. Me encantó poder visitar la Calzada del Gigante, Galway y los acantilados de Moher, así como diversas localizaciones de Juego de Tronos.
Cuando visitas estos lugares, entiendes realmente por qué es conocida como “la isla esmeralda”. No sabría decidirme por un lugar favorito de entre los que he visitado, simplemente todos me han parecido espectaculares!
En definitiva, he disfrutado mucho de una experiencia inolvidable que, sin duda, me ha cambiado. He aprendido muchísimo vocabulario y gramática, y además he podido conocer a mucha gente y visitar sitios que creía no poder visitar nunca. Estoy segura que repetiré muy pronto esta increíble aventura y que volveré a Irlanda! ¡Gracias, ESL!
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