Corea del Sur es un país que llevaba mucho tiempo atrayéndome, concretamente desde que lo descubrí un día en clase. Radicalmente distinta al estilo de vida alemán, la cultura coreana me ha fascinado desde siempre, tanto que empecé a soñar con poder visitar este país algún día. Ahora, gracias a ESL, ¡este sueño se ha hecho realidad!
Aunque ya llevaba mucho tiempo soñando con visitar Corea, la verdad es que me puse a planear el viaje un poco a última hora, pero al final todo salió bien. Me aconsejaron bien y, con solo dos meses de antelación, quedó decidido que a principios de 2017 me iría a vivir 10 semanas a Seúl para aprender coreano.
Solo empecé a ponerme nerviosa una vez en el avión. De repente, empecé a dudar de mi capacidad para arreglármelas yo sola, en una ciudad desconocida y en un país extranjero. Estas dudas no hicieron más que intensificarse cuando, una vez en el aeropuerto de Incheon, no fui capaz de encontrar el autobús a la ciudad. Allí estaba yo, completamente sola, arrastrando una maleta con la que apenas podía, vamos, ¡justo lo que yo quería! Pero el problema no tardó en resolverse: llamé a la escuela de idiomas Lexis (me había apuntado el número antes de salir de casa) y enviaron a un conductor en unos minutos. En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba en mi alojamiento.
Mi familia anfitriona me recibió con los brazos abiertos. La madre y sus dos hijos se preocupaban por mí constantemente, y desde el primer momento nos entendimos muy bien. Las noches que estuvimos juntos las pasamos hablando sobre mis experiencias y sobre nuestras culturas, la alemana y la coreana. Era estupendo, y una vez superado el jet lag, me sentí verdaderamente cómoda con ellos.
El primer día de clase estaba de los nervios. Después de que uno de mis hermanos de acogida me indicase el camino, volví a encontrarme yo sola, esta vez ante un gigantesco edificio en el corazón del barrio de Gangnam. Respiré hondo y subí al undécimo piso del edificio. Tras una amable bienvenida, hice la prueba de nivel y me acompañaron a mi clase.
Tras un breve periodo de adaptación, ya que las clases se impartían exclusivamente en coreano, acabé encontrando mi sitio. De hecho, me integré tan bien que conseguí aprobar el examen Level-Up, que normalmente se realiza pasadas varias semanas de curso, un poco antes de lo normal. ¡Subir de nivel tan rápido fue una experiencia increíblemente positiva!
Con la misma rapidez surgieron nuevas amistades, no solamente dentro de la escuela, sino también fuera de ella. Al principio no era nada fácil conocer a los lugareños, principalmente porque a muchos coreanos no les gusta hablar inglés y porque, por aquel entonces, mi coreano no era lo bastante bueno como para comunicarme con fluidez. Sin embargo, después de un comienzo algo complicado, ese problema también se resolvió como por arte de magia.
Creo que hubo un momento que marcó un antes y un después: tras pasar dos semanas con mi familia anfitriona, decidí cambiar de alojamiento e irme a vivir a una residencia. No es que tuviera ningún problema con mi familia, pero sí que me di cuenta de que viviendo en la residencia tendría más flexibilidad. Podía entrar y salir a mi aire, y la residencia estaba aún más cerca de la escuela – lo que para una dormilona como yo suponía una ventaja considerable. ¡Me podía levantar una hora más tarde todas las mañanas! Lexis organizó el cambio de alojamiento sin ningún problema, y todavía les doy las gracias.
Una vez creado un pequeño círculo de amigos, adaptada la situación a mis necesidades y dominado el día a día en la escuela, Corea me ofrecía una vida tranquila y emocionante a la vez.
Seúl es una ciudad apasionante, con muchísimo que ver y hacer. Pasé varios días visitando templos o paseándome a lo largo de la muralla de la ciudad. Nunca había visto nada igual, solo lo había leído en los libros. La arquitectura de la ciudad y sus historias me impresionaron profundamente.
Otros días me dedicaba a hacer los deberes de la escuela, normalmente en cafeterías, y a veces incluso iba al cine. Los fines de semana, mis amigos y yo solíamos comer en un restaurante, y luego pasábamos la noche juntos en un Noraebang cantando karaoke y bailando.
Una de mis actividades favoritas era visitar una exposición en el parque de atracciones Lotte World. La exposición se llamaba «TeamLab Word», y presentaba principalmente técnicas interactivas y proyecciones. Me gustaba especialmente una pieza iluminada con proyecciones de flores multicolores.
Además de mi ya abultado programa, también podía participar en actividades de ocio organizadas por la escuela de idiomas Lexis. Algunas de ellas eran quedadas informales y talleres de manualidades, lo que me permitió construir, justo a tiempo para el año nuevo chino, un farolillo con mis deseos – ¡en coreano, por supuesto!
En resumen, este ha sido un viaje único que jamás olvidaré. Me ha permitido desarrollar mis conocimientos lingüísticos y vivir experiencias que también me han hecho crecer como persona. Ahora tengo amigos por todo el mundo y tengo más confianza en mí misma.
Cuando llegó el momento de irme, me di cuenta de que llevo a Corea en el corazón. El último día de clase, después de que me dieran mi certificado, todos mis amigos y yo nos fuimos a comer deliciosa comida coreana por última vez. ¡Hubo muchas más lágrimas de lo esperado!
La verdad es que todavía echo un poco de menos Corea, y espero con impaciencia el día en que pueda regresar. Pero hasta entonces, me gustaría descubrir otras partes del mundo y aprender otros idiomas. ¡Estoy segura de que ESL me ayudará a que este sueño también se haga realidad!
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