¡Por los animales!
Carole, responsable del servicio de reservas de ESL, basada en la oficina central de Montreux, acaba de tener una experiencia «muy enriquecedora»: ha participado en el programa de voluntariado que ofrece ESL en la reserva Shamwari, cerca de Jeffrey’s Bay. Ha repasado con nosotros su estancia de tres semanas que, sin duda, le ha dejado huella.
Empecemos por el principio: ¿nos describes la reserva?
La reserva Shamwari se encuentra a menos de 2 horas en coche de Jeffrey’s Bay. ¡Es enorme, se extiende a lo largo de más de 25 000 hectáreas! Es una reserva privada, fundada hace más de 20 años, que se distingue por la calidad de sus prestaciones. Tiene un papel muy importante para la población local, ya que conciencia a los autóctonos acerca de la importancia de proteger a los animales salvajes y de las consecuencias desastrosas de la caza furtiva. En esta reserva, trabajan entre 250 y 280 empleados, cuyo nivel de compromiso es ejemplar. También se esfuerzan por tener un impacto positivo sobre la comunidad local, pero eso lo dejo para más tarde.
¿Qué animales viven en la reserva?
Encuentras desde el más grande, el elefante, hasta los más pequeños, como tortugas o insectos… también hay rinocerontes, leones, antílopes, jirafas, cebras… Un mundo en perfecto equilibrio natural, observado con atención por los responsables de la reserva y preservado multitud de voluntarios, algunos de los cuales se quedan varios meses.
¿Por qué decidiste participar en este programa de voluntariado?
Me encantan los animales y quería hacer algo útil durante mis vacaciones. La verdad es que estoy encantada con la decisión. Me integraron en un equipo de voluntarios muy motivados y solidarios, la reserva era increíble y el programa también era excelente.
¿Cómo transcurrían las jornadas en la reserva?
Por las mañanas, en general, hacíamos «trabajos físicos»: reparábamos agujeros que habían los rinocerontes en los caminos de tierra (poníamos una capa de piedras grandes y la recubríamos con los impresionantes excrementos de elefante). También cortábamos con hachas plantas que impedían el buen desarrollo de la flora, como cactus y coníferos. Pero lo más espectacular fue supervisar el incendio iniciado por los guardabosques para crear nuevas zonas de pastoreo en la selva… había que asegurarse de que las brasas no volasen más allá de los límites del incendio contenido. Todas estas tareas me hacían sentir que había ayudado en algo realmente útil, con mis propias manos.
Las tardes se dedicaban principalmente a la observación y al censo de animales. Íbamos en Jeep, acompañados por un guardabosques, en busca de elefantes, rinocerontes u otros animales. El guardabosques nos explicaba cómo vivían estos seres y analizábamos cómo se desplazaban, qué comían y cómo se comportaban (tanto solos como en grupo). Introducíamos todas esta información en una ficha. ¡Estábamos muy implicados en la vida de la reserva! No me sentí en peligro en ningún momento, la presencia del guardabosques y el hecho de que los animales estaban acostumbrados a ver vehículos me tranquilizaba totalmente.
¿Cómo evaluarías la gestión del programa de voluntariado por parte de los encargados?
¡Perfecta! Los encargados y los guardabosques estaban a nuestra disposición en todo momento para responder a nuestras preguntas y para guiarnos cuando salíamos con los vehículos. Además, sus explicaciones y las experiencias que vivimos allí nos permitieron conocer en profundidad las dificultades relacionadas con la protección de la fauna salvaje en África. Los guardabosques nos explicaron (y pudimos constatarlo con nuestros propios ojos) el precioso vínculo entre el ser humano, los animales y la naturaleza. Es un vínculo que hay que proteger como sea. Es una experiencia que marca, y los voluntarios se la debemos en gran medida a la organización tan profesional de nuestro programa de voluntariado.
¿Había actividades de otro tipo, no tan directamente relacionadas con los animales?
Todos los viernes, los voluntarios, acompañados de los encargados de la reserva, se dirigen a la ciudad más cercana, Paterson, para colaborar con proyectos de la aldea. En la escuela de la aldea, hacíamos presentaciones sobre temas especialmente sensibles en Sudáfrica: los efectos nocivos de las drogas y el alcohol, el embarazo en la adolescencia, etc. Los voluntarios y los encargados de la reserva se involucran en la formación de los jóvenes y les hacen entender que les conviene preservar la flora y la fauna del lugar: ¡su vida profesional depende de ellas!
Un viernes, fuimos a una guardería en la que estudian unos cincuenta niños y niñas de entre 2 y 5 años. Les llevamos caramelos y jugamos un rato con ellos. También pintamos unos columpios de madera que habían construido otros voluntarios hacía unas semanas. Esta experiencia también nos sirvió para darnos cuenta de la utilidad de nuestra ayuda; fue una experiencia inolvidable.
¿Dónde te alojaste?
Vivíamos allí, en la reserva. El campamento para los voluntarios consiste en un edificio muy sencillo con habitaciones dobles y cuarto de baño privado, además de otra sala en la que comíamos y en la que pasábamos las noches juntos, jugando a las cartas o al ping-pong. Como estábamos dentro de la reserva (protegidos por un vallado, claro), había mucho espacio y a menudo acabábamos la jornada con un partido de fútbol o de voleibol o dándonos un chapuzón en la pequeña piscina a la que teníamos acceso.
¿Qué balance haces de tu experiencia como voluntaria en Sudáfrica?
El programa en su conjunto me pareció extraordinario. Estoy muy contenta de que desde ESL ofrezcamos este tipo de programas, ya que se encajan perfectamente con una estancia lingüística. Los voluntarios eran de todo el mundo y tenían entre 18 y 70 años. Todos tenían en común el interés por aprovechar sus vacaciones para hacer algo útil. Valoro enormemente el haber conocido a toda esa gente, así como el trabajo en equipo y el contacto que tuvimos con la sabana africana. ¡La verdad es que no se me ocurren unas vacaciones más enriquecedoras que estas! Recomiendo la experiencia a cualquier persona que esté concienciada con la protección de los animales salvajes y de la naturaleza. ¡Me encantaría volver!
Datos de interés:
✔ La fundación inglesa «Born Free», en colaboración con «Big Cat Rescue», acoge a animales criados en cautividad y los prepara para la vida en libertad en las inmensas reservas. Ambas están dentro de la reserva Shamwari. Visita esta página.
✔ En Shamwari, 9 leones y 3 leopardos, rescatados de circos y de propietarios privados, descansan durante su «jubilación» en un amplio parque preparado para ellos. Desafortunadamente, no pueden ser liberados en su entorno natural, ya que están demasiado acostumbrados a la presencia del hombre.
✔ Durante los 20 últimos años, la población de leones en África descendió un 60 %. Estos animales se encuentran «en peligro crítico de extinción». La reciente muerte del león Cecil tuvo repercusión internacional.
✔ Centenares de rinocerontes (1215 en 2014 y poco menos en 2015) mueren cada año a manos de cazadores furtivos, los cuales buscan solo una cosa: vender al mejor postor el cuerno del animal. En la reserva de Shamwari, se trató a una rinoceronte hembra durante más de 8 meses. Fue gravemente herida por cazadores furtivos en primavera de 2015 y lucha por sobrevivir con un enorme agujero en la cabeza. El 24 de febrero de 2016, «Hope» fue trasladada a un centro veterinario de Pretoria, donde se le practicará una operación que nunca se ha realizado antes. Si resulta un éxito, permitirá cerrar la enorme herida que tiene en la cabeza. La asociación «Saving the Survivors» financia los cuidados y publica de manera regular noticias en Facebook. Me conmovió mucho esta historia, ya que tuve la oportunidad de ayudar a cuidar a Hope mientras estaba en la reserva (incluso pude tocarla mientras estaba anestesiada).
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